La construcción de unas piscinas exteriores y el tratamiento ajardinado de los espacios de alrededor como solárium son el objetivo de este proyecto. Se entiende como conclusión de una parte inacabada de este gran complejo deportivo municipal, icono deportivo de la población y sede del su reconocido equipo de rugby.
Las piscinas exteriores se disponen justo delante de las piscinas interiores cubiertas, estableciendo una relación fácil y directa. El proyecto se plantea, por lo tanto, discreto y en continuidad, pero con la ambición de multiplicar la escala dimensional de todo el conjunto. El plano de playas que rodea las piscinas interiores se extiende hacia fuera, ultrapasa el largo paramento de vidrio de la fachada y continua más allá situando las dos piscinas exteriores. El diálogo entre los cuatro vasos (2 inferiores y 2 superiores) es un juego a veces de transparencia y a veces de reflejos, cambiando según el valor de la luz, y que permite percibir siempre la totalidad de la instalación. El gran voladizo del edificio es un privilegio que enmarca las piscinas exteriores y las refleja.
El proyecto tiene vocación lúdica, contrapuesta a la vocación deportiva de las piscinas interiores. La epidermis de la intervención piensa los nuevos vasos en continuidad con el pavimento de las playas de alrededor, como una fisura geotécnica que desde un punto central se pliega por las escalinatas opuestas de las piscinas de adultos e infantiles y se hunde poco a poco, en el agua. La cerámica de color de arena, la multiplicidad de las profundidades y los reflejos del cielo y del edificio anexo tiñen el agua de mil azules. La franja restante es un solárium, acabado con césped y madera, que envuelve las playas y se extiende buscando el recorrido del sol.
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