El edificio a reformar y ampliar constaba de planta baja y planta primera donde se desarrollaba una vivienda unifamiliar con acceso y fachada principal (de dimensiones 5.25 x 6.12 m (bxh) aprox.) a la calle San Felipe y de Rosés. La planta baja estaba cubierta con una bóveda de cañón de ladrillos cerámicos, interrumpida en su zona central por una escalera de dos tramos, entre tabiques. El inmueble disponía de un patio a nivel de planta baja detrás de la edificación, donde había ubicados un conjunto de cubiertas de piezas auxiliares, cerradas por su extremo por una valla de obra que las separaba y delimitaba a poco más de 6 m de la fachada posterior de un jardín que se escalonaba pendiente abajo, ocupando la parte final del solar.
La propuesta conserva el espacio preexistente de planta baja, cubierto por una bóveda de ladrillo plano, para destinarlo a la zona de día y construye una remonta de dos niveles destinados al programa de dormitorios y un tercero de terrado. Una escalera de vidrio, situada en el centro, comunica y articula las diferentes plantas, a la vez que actúa de pozo de luz para la zona interior más oscura de la vivienda. El edificio se aboca a un patio interior de sentido descendente. Se trata del elemento singular de la propuesta, en el cual se ubica una piscina que puede quedar escondida mediante un mecanismo del pavimento.
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